No sólo los caracteriza la precisión de sus relojes y el túnel de San Gotardo, el más largo del mundo (mide 57 kilómetros). Los suizos tienen un 10 en reciclaje y en cuidado del medio ambiente. ¿Cómo lo lograron? “Hay dos grandes pilares: el reciclaje y revalorización de la basura y el impuesto a la bolsa de residuos”, contó el embajador de ese país en Argentina, Hanspeter Mock.
Mañana, a partir de las 14 y hasta las 17.20, en el SUM de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), técnicos de ECO Suiza presentarán un proyecto de cooperación para la gestión sustentable de los residuos sólidos urbanos (RSU) en la provincia. Será una de las tantas charlas programas por la Semana de la Ingeniería, que arranca hoy.
La idea no es que los tucumanos copien el modelo suizo, explicó el embajador, sino adaptar algunas herramientas al caso local. Si se tiene en cuenta que en Tucumán no hay políticas públicas de gestión de la basura, entonces, cualquier ayuda es buena.
Eco Suiza surgió como plataforma de intercambio y cooperación para el cuidado del medio ambiente. Se creó en 2011 y cada año tiene un lema diferente, en 2015 el eje es la basura.
Hay generaciones de suizos que han crecido sabiendo que la basura se separa entre reciclables y orgánicos. Eso está acompañado por políticas públicas que facilitan la gestión de los residuos. Como señala Mock, la separación en origen debe ser sencilla. “Debe tener cierto grado de confort para que el modelo sea exitoso”, especifica.
Además, en Suiza tienen un lema que le han pedido prestado a los franceses: “El que contamina, paga”. El impuesto a la bolsa de residuos desalienta la superproducción de basura porque, simplemente, sale caro.
“Los suizos consumen mucho, se calcula que una persona produce unos 700 kilos de basura por año”, señaló. El doble de lo que en teoría genera un argentino promedio: un kilo por día. Sin embargo, ostentan el récord mundial de reciclaje. Llegan a reciclar el 92% del vidrio, el 92% de las latas de aluminio, el 72% de las pilas, el 80% de las botellas PET (las de gaseosas) y tienen un programa para reciclar medicamentos vencidos que se articula con las farmacias de toda Suiza. Eso los lleva a aprovechar casi todo lo desechable. “Lo que no se puede aprovechar de ninguna manera va a unos modernos hornos incineradores de última generación que no contaminan el medio ambiente”, añadió Mock.
Los residuos orgánicos -detalló- son aprovechados para compostaje en algunos hogares o son recogidos por personas que lo utilizan en huertas y cultivos, también para la generación de gases que derivan de su descomposición.
“Lo que anhelamos es abrir ventanas y puertas a distintos tipos de prácticas que se pueden implementar”, dijo. La experiencia en otros países europeos (por ejemplo, Oslo que genera energía a partir de los desechos) es que la basura puede ser rentable, un buen negocio que traiga beneficios al ambiente y también a los gobiernos.